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CUERPO VS MENTE Y RR.SS.

¿cuánto afectan las redes sociales a la percepción que tenemos de nuestro propio cuerpo?

Eva Ocaña Prado 

30 de agosto de 2024

Llevamos años viviendo en una cultura gordofóbica en la que sufrimos un breve parón para considerar como “perfectas” a mujeres cómo Marilyn Monroe o a Bárbara Palvin dentro de la industria del modelaje; pero, viéndolo con perspectiva, ¿podemos considerar a estas mujeres como referentes de las tallas grandes o simplemente unas víctimas más de la sociedad en la que nos encontramos?

Da igual a la red social a la accedas hoy en día: si te haces viral o conocida siempre habrá como mínimo, un comentario respecto a tu físico, bien sea por ser demasiado delgada, gorda, alta, baja... es decir, por no entrar dentro de los cánones de belleza establecidos, lo cual me lleva a la siguiente pregunta, ¿quién dictamina un cánon de belleza?, ¿qué personas dicen qué es bonito o qué es feo sobre un cuerpo? y, sobre todo, ¿por qué mi cánon de belleza debe cumplir otros criterios que no sean los míos propios? Después de años en terapia (bastantes, he de decir), no hay sesión en la que no tratemos algo respecto a mi físico debido al gran complejo que tengo por ser gorda (que no gordita), hasta tal punto que, a nivel socio-afectivo me he visto perjudicada y, si soy sincera, siempre lo he adjudicado a la comparativa existente en las redes sociales. ¿Cuántas veces hemos leído algún comentario sobre cuánto come cierta persona en un post de Instagram o qué delgada se ve alguien en un vídeo de TikTok?, ¿qué impunidad cree que tiene alguien anónimo para poder criticar o emplear un comentario sobre el físico de otra persona para emplearlo de ataque y humillación? Mi psicóloga me habla siempre de la visualización del cuerpo como objeto y ya no solo de deseo, sino propiamente como medio de exposición al mundo, implicando esto, una presentación de perfección innecesaria e inalcanzable para muchas personas.

Cualquier influencer se llena la boca haciendo un post o una publicidad sobre x producto bajo en grasas o alto en proteína, sin olvidarnos de las historias de “a quemar lo mucho que comí ayer” que suben en el gimnasio, penalizando y mostrando al mundo que por el simple hecho de comer lo que nos apetece, debemos “castigarnos” con ejercicio físico extra para poder volver a consumir cierto producto o estar sanas. Por supuesto, este tipo de personas están inmersas en la sociedad y la cultura tan tóxica y dañina que tenemos y que, por desgracia, cada día se incrementa y provoca más y más trastornos de alimentación encubiertos porque, señoras y señores, hoy en día solo nos toman en serio si padecemos algunos de los TCAs más comunes cuándo, sorpresa, existen cientos en diversas formas y penalizar y restringir comida, es uno de ellos.

Las redes sociales son, como me gusta a mi decir como hipérbole, un campo de minas para aquellas personas en pleno desarrollo (y las que no también); considero que si a mis 14 o 15  años hubiese conocido a personas que mostrasen sus cuerpos de manera real, sin importar el peso o la forma y que, además expusiesen un modelo alcanzable y realista de alimentación y ejercicio, hoy en día muchos de los complejos que padezco, no existirían. Escribo como persona gorda que toda su vida se ha visto vinculada al número de una báscula, que se ha sentido menos deseada o guapa por pesar de cierta manera y, sobre todo, que se ha restringido de vivir, mostrar y comer por ser algo que la sociedad considera como “insano, feo y modificable”.

Con estas palabras no eximo de los complejos a las personas más normativas, nunca me atrevería a decir eso, pero expreso mi frustración y dolor ante la discriminación hacia las gordas que existe y existirá a no ser que sigamos luchando a través de plataformas, marcas y post tan inclusivos como este. Os mando amor y, sobretodo, os abrazo en vuestra lucha. No estáis solas y quiero recordaros que sois bonitas.

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