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CONFLICTOS CON LA MODA MÁS ALLÁ DE LA TALLA 

Cuando se trata de moda, la experiencia de compra puede variar drásticamente según las tallas de cada persona. Para aquellos que se encuentran en el espectro de tallas no normativas, el simple acto de comprar en tiendas físicas puede convertirse en un mal trago que muchos prefieren evitar. Algo tan simple como un "Vámonos de tiendas" se transforma en horas de entrar a lugares donde, al final, ni siquiera la talla más grande parece ajustarse.

Al cruzar la puerta de una tienda, la esperanza de encontrar una prenda que se ajuste bien se convierte rápidamente en frustración. La mayoría de las prendas están diseñadas para tallas más convencionales, lo que deja a quienes tienen tallas no normativas sintiéndose excluidos. Este problema se acentúa aún más en situaciones especiales, donde la presión por encontrar algo adecuado transforma la experiencia de compra en una fuente de estrés.

Personalmente, tengo el pecho grande, lo que hace que comprar camisetas que no sean básicas —es decir, tops, blusas, chalecos y camisas— se convierta casi en un imposible. Muchas de estas opciones tienen la espalda al aire, son atadas al cuello, de tirantes o crop-tops, lo que dificulta el uso de sujetador. Además, encontrar tallas grandes que no se sientan ajustadas o incómodas es una batalla constante. Lo mismo ocurre al buscar una chaqueta: encontrar una que te quede bien y que además te cierre puede ser una tarea casi imposible, lo que a menudo obliga a comprar chaquetas más grandes (si las logras encontrar) solo para poder abrochártelas cuando hace frío.

Y si hablamos de monos y vestidos, la situación se complica aún más: si te queda bien de arriba, puede que te quede mal de abajo y viceversa. ¿Realmente la industria cree que todos tenemos el mismo cuerpo, es decir, la misma talla en el tronco superior que en el tronco inferior? No puedo contar la cantidad de veces que, al comprar un pack de dos piezas, ya sea un pijama o un traje, he tenido que comprar una pieza de cada talla. Y sé que no soy la única que enfrenta este dilema.

Sin embargo, de vez en cuando ocurre un milagro: encuentras algo que te gusta y decides entrar al probador. Pero aquí aparece otro dilema: los probadores suelen ser pequeños e incómodos, lo que dificulta verse bien en un espacio tan reducido.

Esta situación se vuelve aún más frustrante cuando las marcas se jactan de ofrecer tallas grandes, pero al visitar la tienda física, a menudo no hay nada disponible. Esta oferta se limita casi siempre a lo online. ¿Acaso las personas de tallas grandes hemos perdido la oportunidad de probarnos ropa en los probadores? Para colmo, cuando intentas comprar online, a menudo todo está agotado porque las tallas

grandes suelen ser las que se venden primero, debido a la limitada cantidad que se produce.

A medida que la conversación sobre la inclusión y la diversidad en la moda continúa ganando tracción, es esencial que las marcas dejen atrás las limitaciones del pasado. La inclusión no solo se trata de ofrecer más tallas, sino de crear un entorno en el que todos se sientan bienvenidos y valorados. Esto implica repensar no solo cómo se diseñan las tiendas, sino también cómo se presentan los productos y cómo se interactúa con los clientes. La moda debe reflejar la diversidad de cuerpos que existen en la sociedad, y es hora de que la industria lo reconozca y actúe en consecuencia.

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