María Erades

30 de abril de 2024

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La moda, ese fascinante mundo de creatividad y expresión personal, tiene un lado oscuro que debemos abordar. La industria de la moda es una de las principales fuentes de contaminación del planeta. Desde el derroche de recursos naturales hasta la generación de desechos y la contaminación del agua, su huella ambiental es innegable.

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Por ejemplo, la producción de una simple camiseta de algodón puede requerir hasta 2,700 litros de agua dulce, ¡más de lo que una persona bebe en dos años y medio! Además, la moda es responsable del 10 % de las emisiones mundiales de carbono, mientras que apenas el 1 % de la ropa usada se recicla en ropa nueva.

Es crucial considerar si seguir las últimas tendencias vale la pena cuando estas prendas pueden tener un corto ciclo de uso.

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Afortunadamente, cada vez más marcas están tomando conciencia de esta problemática y están produciendo de manera eco-consciente. Ejemplos como Adolfo Domínguez, que en su campaña del 2020 nos recordaba: "Repite, porque vestir más veces lo que mejor te queda es de sentido común".

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Los consumidores pueden contribuir a un futuro más sostenible optando por marcas que prioricen la sostenibilidad y la transparencia en la producción, eligiendo prendas duraderas y materiales naturales o reciclados cuando sea posible, y cuidando adecuadamente su ropa para prolongar su vida útil. Además, donar y comprar prendas de segunda mano son formas efectivas de reducir el impacto ambiental de la moda.

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En resumen, el mundo de la moda puede ser glamuroso, pero también tiene un lado oscuro que no podemos ignorar. Es esencial reconocer su impacto ambiental y tomar medidas para promover un consumo más consciente y sostenible, tanto a nivel individual como colectivo✨🌍.