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EL DERECHO FUNDAMENTAL A LA MODA

Carlota Monje García 

31 de enero de 2024

La lucha por encontrar una moda disponible para todos los públicos es una crisis recurrente en la historia de la humanidad por muchos motivos. Desde la riqueza al alcance de cada estrato social, al coste de fabricación de la ropa, su adaptación a las necesidades constantemente cambiantes de la sociedad y los diversos grupos que la constituyen. 

En la actualidad existen gran cantidad de marcas que inundan el mercado de la moda, por lo que el pensamiento racional nos llevaría a creer que todos aquellos problemas que en el pasado se han enfrentado por previas generaciones estarían solventados, pero esta creencia es totalmente incorrecta. Todas y cada una de las grandes marcas presentes en el sector persiguen el mismo paradigma: moda rápida, en tendencia, a bajo coste y con un rango de tallas limitado a lo que se considera un cuerpo normativo por los cánones. 

Existen algunas excepciones, pero aun así la segmentación excluyente, reina con fuerte poderío sobre todas aquellas personas en busca de moda que permita cubrir sus necesidades. La creciente demanda en el sector de la moda por parte de todos los colectivos, normativos o no, para poder encontrar su alcance todas aquellas prendas que consideran necesarias para su vida diaria es alarmantemente desestimada. 

 

Aquello tan simple como el hecho de vestirse, puede ser altamente farragoso cuando no encontramos aquello que pueda cubrir nuestras necesidades, deseos y aspiraciones. 

En un mundo cada vez más polarizado, esto se ve reflejado en las diversas dinámicas  que podemos encontrar en la interacción y actividad de mercados y consumidores. Con el torbellino de información que tenemos al alcance de nuestra mano, es indignante como la denuncia por una industria más inclusiva es constantemente ignorada por las grandes marcas. Ampliar un abanico de tallaje con un presupuesto tan grande como del de muchas multinacionales de la moda no debería ser tan difícil. 

Algo tan banal como puede ser la moda puede fácilmente traducirse a los derechos fundamentales de la persona, algunos en los que la necesidad de moda toma mayor sentido son: el derecho a la dignidad humana y al honor, el derecho a la comunicación libre y el derecho a la libertad de expresión. 

Considerando que millones de personas en el mundo no son capaces de satisfacer sus derechos fundamentales, no es una locura afirmar que todas ellas no son capaces de alcanzar con facilidad o equidad el derecho a la moda. Es una constante social. No existen suficientes marcas al alcance o con recursos y reconocimiento suficientes como para poder asistir a aquellos fuera del paradigma, ya sea por necesitar más o menos tela en sus prendas, un mejor ajuste, una mayor amplitud de gama y opciones...

Por todo ello, se convierte en prioritario dar voz a todas aquellas marcas que dedican su trayectoria y tienen como visión democratizar la moda a todos los públicos posibles, ejerciendo el mayor impacto social positivo a su alcance y contribuyen en dimensiones necesarias para el alcance del bienestar social basado en la igualdad de oportunidades. Hay una clara visión: redefinir la moda como algo empoderante e inclusivo. 

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